Artes escénicas: mujeres en la gestión
28 noviembre, 2017
La pregunta internacional | N°1
4 diciembre, 2017

Artes audiovisuales: enfoques de gestión y la cadena de valor

Ivan Carubin

Gerente de Programación, Cinemark Argentina.

Ignacio Rey

Titular de Sudestada Cine, Secretario General de la Camara Argentina de la Industria Cinematográfica, Vicepresidente Federación Iberoamericana de Productores de Cine y Audiovisuales.

Juan Andres Boeris

Coordinador de Fiscalización, Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales/INCAA.

Moderador: Octavio Nadal

Director de Aura Films, docente de marketing de las artes audiovisuales, FCE/UBA.

Octavio Nadal reunió a tres ejecutivos destacados del sector audiovisual. Las nuevas tendencias y el futuro que se aproxima para los managers del sector.

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Iván Carubin, Ignacio Rey, Juan Andrés Boeris y Octavio Nadal

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Iván Carubin, Ignacio Rey, Juan Andrés Boeris y Octavio Nadal

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Iván Carubin, Ignacio Rey, Juan Andrés Boeris y Octavio Nadal

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Afiche película “Tiro de Gracia”, Aura Films

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Afiche película “Por un Puñado de Pelos”, Aura Films

OCTAVIO NADAL (ON): Soy Octavio Nadal, hace muchos años que me dedico a la distribución de productos audiovisuales, especialmente cinematográficos. Hoy estoy junto a tres jóvenes profesionales de la industria del cine, para conversar con ellos sobre su actividad. Queremos saber qué es lo que hacen, cuales son las principales herramientas técnicas que utilizan, y cómo influye su formación en sus actividades cotidianas. Para empezar, les voy a pedir que se presenten, y luego abrimos el debate.

IGNACIO REY (IR): Soy productor audiovisual y dirijo una productora que se llama Sudestada Cine. Básicamente me desempeño en tres ámbitos: la producción cinematográfica, la política gremial del sector, y mi tercer ámbito es el académico. Como productor básicamente produzco cine, aunque he empezado ahora a producir para televisión.

Desde el ámbito de la política cinematográfica participo en dos entidades: una es APIMA que es la Asociación de Productores Independientes de los Medios Audiovisuales donde fui presidente hasta el pasado año, y la otra es CAIC, la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica, de la que soy secretario general desde hace un año y medio. Esta es además una plataforma que me permite acercarme hacia Iberoamérica. Soy representante argentino en la Federación Iberoamericana de Productores Audiovisuales donde ocupo el cargo de vicepresidente. En cuanto a lo académico, soy titular de la Cátedra de Producción y Planificación de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires. Además hago docencia en la ENERC, que es la Escuela del Instituto del Cine (INCAA), y ya llevo varios año dando un taller en ICTB, la escuela de cine de San Antonio de los Baños en Cuba.

ON: Para poder llegar a realizar todas esas actividades, contanos, ¿cómo ha sido tu formación?

IR: Mi formación fue en principio cinematográfica. Estudié producción en la que hoy es la ENERC, la escuela del INCAA que en aquel momento se llamaba CERC. A la vez estudié Filosofía en la Universidad de Buenos Aires. Por esas cosas de la vida, la carrera de Filosofía con la que estuve de novio durante varios años nunca terminé de concretarla. Un poco porque decidí ir a Estados Unidos y me quedé a estudiar allá un año, y después porque al volver empecé a producir y tuve que optar entre seguir una carrera académica o desarrollarme profesionalmente. Finalmente, los avatares de la vida y la crisis del 2001 hicieron que me inclinara por la actividad profesional. De todos modos, siempre he tratado de seguir formándome en las áreas en las que creía que tenía algún déficit así que me capacité mucho en el área de guión y dramaturgia, porque creo que ahí está la piedra basal de todo proyecto audiovisual. Después hice cursos y seminarios sobre los diferentes elementos que uno necesita cotidianamente: cuestiones contables, aprender a utilizar software, conocer cuestiones legales, contratos y cuestiones impositivas, que no me gustan para nada pero son cosas de las que uno se debe ocupar cotidianamente.

JUAN BOERIS (JB): Trabajo como coordinador en el INCAA. Mi trabajo consiste, como su nombre lo indica, en coordinar todas las áreas de la gerencia de fiscalización. Como marco general, en la gerencia tenemos que atender básicamente a tres grandes ejes: uno es el normativo, lo cual implica conocer la normativa vigente y trabajar bajo sus restricciones. El siguiente eje es el control, es decir todo lo que significa el tema de inspecciones, recolección de datos, verificación de declaraciones juradas, entre otros aspectos, y el tercero es el estadístico, que implica procesar los datos para convertirlos en información que sirva la toma de decisiones.

En cuanto a formación soy, en orden cronológico, maestro mayor de obras y economista. Una vez recibido trabajé en la parte comercial y financiera del Banco Francés; después estudié teatro aquí y en Nueva York. Estuve primero dos años estudiando, y después tres años más haciendo pasantías y trabajando en temas de guión y también en compañías teatrales chicas con las que hacíamos giras por las dos costas de Estados Unidos. También en Nueva York hice un curso de posgrado en producción de televisión en la Warner, y cuando volví después entré al Instituto Nacional de Cine. Actualmente curso una Maestría en Economía en la UBA. Me parece que es importante seguir formándose para poder aplicar los conocimientos en la tarea diaria, y también en la proyección de lo que uno siente que quiere hacer en su ámbito de trabajo.

IVAN CARUBIN (IC): lo mío me parece que es más sencillo que lo de mis compañeros. Toda mi vida trabajé en la exhibición cinematográfica. Desde hace 18 años que trabajo en esto. Empecé en Village Cine, en mi Mendoza natal en el 96’, después continué en Hoyts y actualmente estoy trabajando en Cinemark, como gerente de programación de Argentina. Concretamente mi función es llevar la programación de las salas de Cinemark en la Argentina, y negociar con los distribuidores la compra de las películas para nuestras salas. He tenido la oportunidad de hacer este mismo trabajo en otros países de Latinoamérica. Trabajé en Chile, en Perú, en Colombia y en Brasil y tengo un contacto permanente con Estados Unidos porque nuestra casa matriz está en Dallas, y eso también nos da una visión de aquel mercado que es tan importante para nuestra industria.

En cuanto a mi formación, yo empecé a estudiar abogacía en Mendoza por mandato familiar. Cursé cuatro años la carrera hasta que en un momento surgió una oportunidad laboral. Así que me fui de Mendoza y esa coyuntura me llevó a ir dejando la carrera, que de todas formas no me convencía mucho que digamos. Terminé formándome en Comercialización acá en Buenos Aires en la Universidad de Belgrano. Esa formación definitivamente tenía mucho más que ver con mi trabajo, y hoy es en verdad la base de mi profesión.

ON: De alguna manera hay dos, digamos opciones o lecturas: por un lado el empirismo, donde es en primer lugar el talento lo que permite el hacer, y por el otro está la formación como herramienta para ayudar a ese talento. Lo que me parece más positivo es la posibilidad de crear una dinámica entre las potencialidades personales y la formación. Ahora en el escenario del mundial de futbol también se pone esto en discusión, como cuando dice Mascherano, “si los talentos se ejercitan tirando 400 centros por día, seguro que les salen mejor”. Por otra parte, me parece que jamás es tarde para formarse porque la formación es permanente.

Quisiera que nos cuenten ahora cómo sienten que sus distintas formaciones los ayudan en la actividad cotidiana, y que otros elementos formativos entienden que serían necesarios actualmente para el desarrollo de este conjunto de actividades que, de alguna manera, abarcan la totalidad de la gestión en la industria cinematográfica.

IC: En primer lugar coincido en que la formación potencia el talento. No tengo dudas de que el talento es clave en cualquier actividad que uno desarrolla en la vida, pero la formación es tan importante como el talento. En mi caso particular, probablemente, de no haber tenido la formación que tuve, es posible que a pesar del talento o el empeño que le puse a mi actividad, no se me hubieran abierto las puertas que se me terminaron abriendo, y que todavía confío lo sigan haciendo para poder seguir creciendo y haciendo carrera en esto. Recuerdo un caso puntual que, me parece, ejemplifica como funciona este tema en la industria cinematográfica de la Argentina: este es un negocio que históricamente fue un negocio familiar, manejado por familias que eran dueñas de los cines, de las salas de cine en donde se pasaban las películas. Entonces, el área de programación siempre estuvo vinculada directamente al dueño del cine. El dueño era el que decidía o tomaba decisiones en relación a su propia experiencia, o a la experiencia que probablemente recibía de su misma familia. Con la llegada de las grandes cadenas de exhibición este rol comenzó a cambiar y a profesionalizarse al punto que hoy, nosotros en la empresa, a la hora de buscar gente para el área en la que yo trabajo, buscamos profesionales sin excepción, personas que tengan una formación afín al área en la que estamos. Tiene que ser gente que tenga formación en administración de empresas, en comercialización, que tenga conocimiento de análisis, de estadística, etcétera. Esto muestra como el ejercicio de una profesión para la cual hasta no hace tanto tiempo no necesitabas una formación académica, sino que lo que se necesitaba era venir del riñón del negocio, hoy cambió completamente y se transformó en una tarea profesional.

JB: en el caso particular del Instituto Nacional del Cine, a ese balance entre formación y gestión habría que sumar un tercer elemento que es el trabajo en el Estado cuestión que, me parece, complejiza un poco ambas cuestiones. Uno se puede formar, como decíamos antes, en antropología, en filosofía, en economía o ser contador público… uno puede formarse toda la vida, pero si después no acompaña esa formación con un proceso de trabajo y aplicación de esos conocimientos, los va a ir perdiendo por des actualización o por inexperiencia. En el funcionamiento dentro del Estado hay, además, algunos elementos que sólo se aprenden en la práctica porque ante ciertas situaciones no hay mucha teoría. Al mismo tiempo es evidente que cada vez es más necesario, y casi diría excluyente, estar formado para trabajar en la industria del audiovisual.

IR: Efectivamente, en las áreas de producción también es necesario formarse y anticiparse porque en estos últimos diez años el cambio de paradigma es muy grande. La formación que yo tuve, en el momento que salí del secundario y me puse a estudiar cine, era una formación que al paradigma dominante de ese momento, se tratara de cine o de televisión, le sobraba. Quiero decir que tenía teóricamente más conocimientos y más teoría que muchos de los que se desempeñaban en el medio, pero el medio tenía un techo relativamente bajo en ese momento, aunque hay que reconocer que al mismo tiempo tenía un piso bastante alto. Doy un ejemplo: para alguien que tenía 20 años era prácticamente imposible acceder directamente a producir. Nadie se imaginaba empezar siendo productor de una película. Uno se imaginaba metiéndose en equipos, colaborando al principio en tareas menores, y haciendo una carrera que iba a ser muy larga. Las películas se hacían en 35 milímetros, la postproducción era dificilísima, los canales de comercialización estaban claramente definidos: primero una pantalla de cine, después salíamos al VHS y al DVD, y finalmente la televisión por cable que era muy incipiente en ese momento.

En aquel momento había una variedad de ventanas y se entendía una determinada lógica de negocio. En estos últimos diez años el recambio tecnológico ha sido brutal, y no sólo eso cambió. Primero, hoy ya no tiene costo técnico salir a hacer una película. Uno podrá decir cuánto vale el trabajo agregado en esa película, tomando los parámetros sindicales por ejemplo. Pero hoy ya no tenemos costo de material virgen, costo de laboratorio. Incluso las cámaras de un celular nos permiten filmar hoy con una definición interesante.

Segundo, la aparición de internet con la banda ancha ha modificado todas las reglas de juego. Y en tercer lugar, y esto para mí es una de las cosas más importantes hoy, ha habido una modificación profunda de lo eran el espectador o el televidente. Hablo de dos sujetos diferentes aunque podían ser la misma persona, que tenían hábitos y consumos diferentes, como espectador de cine o como televidente. Hoy se transformaron en usuarios que se comunican a través de una pantalla, cualquier pantalla -su celular, su computadora o su tablet- y ven los materiales más fraccionados, consumen las películas y las series de otro modo y esto ha cambiado el negocio para todos. Este nuevo panorama requiere necesariamente de una formación constante y continua, hay que estar con las antenas muy atentas a todo lo que está pasando alrededor. Uno comienza a sumar palabras a la producción, como por ejemplo la idea de convergencia. Yo quería hacer cine, a mí lo que me gustaba era hacer cine, pero ese modelo cinematográfico que a mí me gustaba está en vías de extinción. Entonces uno va mutando e incorpora los nuevos modelos de producción y de consumo, y los nuevos formatos de comercialización. Hoy en mi escritorio hay más de cincuenta guiones, como decido por qué este sí y este no, por qué este director si y este no, por qué vamos a ir a este festival y no al otro, por qué con este actor si y con este no. Uno se entrena en cada decisión. Si se está capacitado para leer un guion, se puede elegir quizás el mejor guión literario que no necesariamente es la mejor película posible. Y ahí empiezan a intervenir un montón de decisiones que tienen que ver con la formación, con la práctica cotidiana de cada uno, y con la experiencia o el olfato si se quiere. Pero en todos los casos, necesariamente, para estar produciendo hoy hace falta estar formado y seguir formándose de manera permanente.

ON: El audiovisual es en la actualidad el segundo producto más consumido en el mundo después del aire. Hay más de seis mil millones de habitantes que consumen aire durante las veinticuatro horas del día y tenemos un promedio de consumo audiovisual de tres horas diarias. Además los cambios en el modelo de explotación, y la aparición de internet se ha hecho sin muerte ¿no es cierto? Porque la muerte del cine está anunciada desde los hermanos Lumière. Trabajamos en una industria que se resiste a su muerte anunciada. Cada vez hay más espectadores en las salas, y al mismo tiempo cada vez hay más consumo en las otras ventanas digitales. Cada vez se consume más audiovisual, y cada vez de maneras más distintas. En Cannes este año la pregunta era ¿hacia dónde va la industria audiovisual? Es una pregunta que se hacen los grandes productores, los distribuidores, todos los que forman parte de esta industria.

IR: Eso está relacionado con hacia dónde va la pintura o la música. La cultura en general se está re significando. No sé si soy el más idóneo para hablar de esto, pero el mundo está cambiando a nivel financiero y sin pretender hablar de economía, hay que reconocer que estamos desde esa perspectiva ante una bisagra muy importante. Se está re significando el tema financiero en relación con la economía real, con el tema energético...

JB: En ese contexto, en nuestro sector hay que agregar dos temas: los videojuegos que es un tema poco investigado, y el tema de derechos en el audiovisual, sobre el cual hay grandes incógnitas porque hay un negocio formidable detrás de eso, y la actividad avanza hoy con normativas insuficientes. Se está discutiendo ahora, todas las empresas de software, todo el tema de derechos de imagen, hay toda una discusión fuerte con eso…

IC: Comparto, y quería agregar retomando lo que decía Octavio, que estamos hablando de entretenimiento básicamente, por lo cual yo empezaría a buscar la respuesta por ahí. Estamos diciendo que la gente está ávida de entretenimiento, tal vez más que nunca. Con los cambios culturales y la aparición de internet de banda ancha, del video on demand, de los videojuegos online, todas estas alternativas de entretenimiento no hacen más que potenciar las experiencias del público. Así lo vemos por lo menos nosotros desde Cinemark. Nos preguntamos ¿por qué tenemos más espectadores cada año? Porque definitivamente el auge del entretenimiento a nivel global está impulsando el negocio cinematográfico y creo que todo se retroalimenta. Antes pensábamos que el tener más competencia en los distintos canales de comercialización eran amenazas. Ahora cuidamos mucho el tema de las ventanas porque creemos que eso sí es una amenaza real, latente, pero en la medida en que consigamos mantener el esquema de ventanas como está actualmente, el negocio cinematográfico seguirá creciendo. Y por eso la inversión que se hace permanentemente: la aparición del cine digital, del 3D, de las salas VIPS o Premium como se las llama, o las pantallas super gigantes. Esto no para, por el contrario, crece. Lo vemos en cada viaje que hacemos; vienen más incorporaciones de novedades tecnológicas a la experiencia cinematográfica.

IR: El ámbito donde actúa cada uno influye sobre nuestra mirada. Iván habla del ámbito del entretenimiento y por una parte coincido, pero al mismo tiempo me cuestiono permanentemente el tema de la cultura, el tema de la política cultural, la política cinematográfica más específicamente.

ON: La realidad es multidimensional y compleja. Toda simplificación unidimensional de cualquier análisis es incorrecta. Como generador de contenidos de una de las formas del entretenimiento ¿cómo enfrentas este escenario? Como decía antes, creo que los jóvenes encontrarán la solución.

IR: Ya estamos hablando de la batalla generacional, y eso es literalmente así. Les cuento una anécdota que me pasó dando clases, con los estudiantes. Desde hace años mi programa en la Universidad era básicamente el mismo, iba cambiando algunas cositas, algunas clases se sofisticaban un poco más, como la clase de post producción, porque había diferentes formatos de post producción, pero en general las cosas no cambiaban mucho. Mi sensación era que lo que yo les daba a los estudiantes estaba lejísimo para ellos, eran cosas que iban a ver dentro de muchos años. Pero un día viene un alumno -estamos hablando de alguien de veinte años- y me pregunta cómo tenía que hacer para hacer una serie de televisión, porque quería producir una serie de televisión. Entonces empecé a decirle “mirá, te tendrías que juntar con un productor, ver…” y me interrumpió diciéndome: “no, no, yo voy a hacer una serie de televisión” y yo “qué bueno, que impulso que tenés” y me contesta “no, no, gané un concurso del INCAA así que tengo unos 800 mil pesos depositados en el banco y no entiendo como tengo que hacer la serie” (risas). Lo fascinante de esto, es que ya eran colegas además de alumnos. Dos años después me vuelve a pasar que estoy dando una clase sobre la ley del cine. Yo estaba super entusiasmado, dando esas clases en las que uno está como eufórico y pensás que no te falta ninguna palabra, ningún concepto; y en un momento miro a los chicos que me miran con una cara de “este está hablando de cualquier cosa, no entendemos nada de lo que está diciendo” y me di cuenta que su universo era otro. Entonces frené y les pregunté: “cuantos de acá quieren hacer cine?”, aclaro que es una carrera que siempre fue eminentemente cinematográfica, y menos de la mitad levantó la mano y entonces empecé a preguntar: “cuantos van al cine y que ven cuando van al cine?” y ahí empecé a hacer yo un testeo y dije “uy, me estoy quedando atrasado”. Los intereses de los estudiantes cambian año a año. Cuando hace seis años en la Universidad de Buenos Aires pusieron proyectores en las aulas lo festejamos diciendo “por fin vamos a poder proyectar” y ahora todos tienen su celular y pueden ver online lo que se les pide. Uno dice “vieron tal película?” y la googlean en ese momento y empiezan a verla. Entonces, realmente como productor todo esto te genera un desafío enorme. Cualquier proyecto audiovisual te demanda un desarrollo de un tiempo largo, luego una producción que lleva también un tiempo considerable, y finalmente su post producción. Entonces, un proyecto te puede llevar dos, tres o cuatro años. Sin embargo, la inmediatez con la que se vive ese proyecto es totalmente diferente. Esto implica estar muy al día con lo que está pasando y saber que ya no hay estructuras sólidas en lo audiovisual.

ON: No hay que dejar de considerar que se consume más, pero la rentabilidad es cada vez menor. En algunos sectores, y en algunos modelos de explotación, la posibilidad de recupero de la inversión se va achicando. Por eso hay una tendencia al achicamiento de los contenidos, y hoy empezamos a pensar en series o en micros de 2 o 3 minutos para ser vistos en el celular. Pasamos de películas de ciento veinte minutos a micros de dos o tres minutos.

IR: Al mismo tiempo, en las industrias del software por ejemplo, hay muchos chicos con los cuales se hace un desarrollo y se puede recaudar bastante. Se han estudiado casos ya, con lo cual empieza a aparecer una oportunidad; por ahí puede ser una ventanita a desarrollar…

ON: Para mí son como las perlitas que aparecen de vez en cuando y hacen que los demás se estimulen, pero personas que juegan al tenis en el mundo hay millones y Rafael Nadal hay uno solo. Por eso, hay que tener una visión clara entre el ícono estimulador en un sector industrial, que hace algún buen negocio, y la industria como concepto de ocupación, de desarrollo profesional y de talento y tecnología. Una industria que sea una actividad para desarrollarse y desarrollar la sociedad.

IR: Algo similar ocurre con la industria de la música, fíjate como la irrupción de internet les cambió el modelo de negocio.

ON: ¿Cual es la diferencia con nuestro negocio en particular? Los músicos volvieron hacia atrás, hacia el espectáculo en vivo. Pero en el cine, volver al vivo se llama teatro, así que la única alternativa es correr hacia adelante.

JB: Hay el caso puntual de exhibidores ambulantes, que en alguna película hacen cien mil espectadores. Van con la película en el hombro recorriendo pueblos, pero son pocos casos. Ahí también hay un esquema posible, quizá sub explotado.

ON: Hay que encontrar modelos distintos de explotación audiovisual para nichos específicos. Ahí aparecen otros temas, por ejemplo que los grandes complejos tienen que ser orientados, y es comprensible que así sea, en la distribución de productos masivos, mientras que en los pequeños centros debería existir otro modelo audiovisual que no sea el masivo.

IC: Ahí tenemos que mirar para el lado del Estado, porque está en permanente discusión el tema de la digitalización de las salas de los cines menores, del interior del país. De alguna manera nosotros consideramos que la digitalización del mercado argentino tuvo mucho que ver con el crecimiento del mercado desde el punto de vista de los espectadores. Hoy una película que antes era lanzada con 20, 30 copias de 35 milímetros, hoy se lanza con 60, 70 salas digitales en todo el país a un costo mucho menor. Lo cual sube la vara automáticamente en cuanto al nivel de espectadores. Creo que las facilidades que puede dar el Estado a través del INCAA para este tema son fundamentales.

ON: ¿Se puede pensar en la apertura de segmentos alternativos, distintos. Hoy es posible pensar en pequeñas salas de exhibición de cines de nicho que de alguna manera liberen a las infraestructuras de los grandes complejos? Cines con un costo de inversión muchísimo menor. La reglamentación municipal para habilitar teatros es más blanda que la de cines, pero no se puede dar cine en los teatros porque no están habilitados para eso, lo que es medio paradójico y complejo y requeriría algún tipo de ordenamiento. Pero podrían existir circuitos alternativos de cine. Esa construcción podría ser funcional a todo: a una salida económica para los productores, para el Estado en su rol de promotor y para la industria, y sería funcional incluso para los grandes complejos porque de alguna manera los ayudaría a descomprimir la presión que existe sobre ellos en relación a su programación.

Pasemos a otro tema: hoy tenemos un número de estudiantes vinculados a la industria audiovisual que, si bien es un poco incierto, ronda entre los 12 y 14 mil jóvenes. Además, debe haber muchísimos abogados, administradores, economistas y arquitectos, entre otras profesiones, que en realidad están estudiando esas carreras por distintas razones, pero que aman el cine y trabajarían gustosos en ese sector. A todos ellos, los que están haciendo una formación vinculada o no al sector, pero que quieren participar en la industria audiovisual o del entretenimiento, ¿que le dirían?

IC: creo que lo ideal sería que esa persona trate de encontrar su vocación lo más temprano posible, y que de alguna manera intente acompañar esa vocación con una formación profesional. Sabemos que el ideal muchas veces es difícil de alcanzar, entonces en definitiva lo que le recomendaría es que estudie, que se forme, que sepa que cualquier carrera, cualquier formación a la larga termina pagando, aunque no sea la que más les convenza en ese momento. Yo creo que hoy por hoy, la formación académica es una llave que va a abrir muchas puertas en el futuro y uno no sabe cuál hasta que se abre. Y no hay que olvidar que tan importante como la formación de grado, es una especialización a futuro. Yo creo que complementar esa formación inicial con una especialización una vez que uno tiene más claro hacia donde quiere ir, eso termina cerrando el círculo de formación.

JB: Yo suscribo a lo que dice Iván, lo mejor es estudiar una carrera básica que te de muchas herramientas y después es fundamental especializarse. Siempre en relación al ámbito en el que uno se mueve y a la pasión que genera lo que uno va descubriendo. Vamos a un escenario totalmente cambiante, con lo cual hay que estar atentos porque requiere de nuevas capacidades. De acá a diez años el material de formación habrá necesariamente que adecuarlo. Lo fundamental es aprender sistemáticamente el método para seguir aprendiendo, para lograr los objetivos que uno se propone.

ON: Quizás en nuestra sociedad, en nuestra cultura, tenemos demasiado estructurada una correlación formación-actividad. Desde mi punto de vista, creo que la dinámica es distinta. Quiero decir que la formación es una lectura orientada de la realidad que te brinda ciertas herramientas para el hacer.

IR: La clave es que uno esté enchufado con lo que hace, que le guste lo que hace…

JB: lo primero que hay que descubrir es la vocación, habiendo estudiado lo que se haya estudiado. Hay mucha gente que hace cine que viene del mundo de la arquitectura o del mundo legal y hace cine porque esa es su pasión. Si la tiene y descubrió que el audiovisual es su vocación no importa de dónde viene. Aunque pase muchos altibajos y piense que está en el peor momento, no va a abandonar el barco porque sabe que algo puede aparecer al día siguiente. Hay que abrazar la vocación con todas las fuerzas y seguirla para adelante. Ahora si uno no tiene la vocación realmente este medio te puede comer muy fácilmente. En ese caso está bueno verlo pronto y dar un golpe de timón e ir hacia otro lado.

Por otra parte, uno de los problemas que tiene esta actividad, es que cuando uno termina la carrera académica, muchas veces parece que la carrera empieza de cero. Son muy pocos los casos de que con un corto o con un guión genial, uno puede introducirse rápidamente en el medio. En general se pasa por muchas instancias y hay que superar muchos obstáculos para lograr hacer pie. Entonces, además de la formación académica es muy importante tener tesón y no claudicar.

ON: El golpe de timón en busca de la verdadera vocación se puede dar toda la vida y sin duda hay que darlo cuando a uno le aparecen las ganas de hacerlo. Ojalá estas nuevas generaciones tengan esquemas menos rígidos en la decisión sobre que hacer durante su vida laboral. Quiero terminar esta charla agradeciéndoles el tiempo y la dedicación que nos han brindado. En esta reflexión sobre el presente y el futuro de la industria audiovisual, debo decir que yo me pongo en manos de la gente más joven. Muchas gracias a ustedes.